Un
punto en el horizonte, un punto al azar, mirada perdida, no piensa nada, la
brisa cálida acaricia sus mejillas, sonríe, es verano, hace calor, pero a pesar
de eso corre algo de viento, en verdad apetece, agradece algo de brisa, aunque
sea cálida, es más que nada.
Un niño
se le pone delante y la mira, sólo viene a por su pelota, la recoge y se va a
seguir jugando con sus amigos, ella vuelve sonreír, que cosa tan pequeña y
delicada, niños, dulces e inocentes que son felices con lo que tienen y aprenden
a amoldarse a aquello que le pongas por delante, tan invulnerables, frágiles,
pero siempre están contentos, enseñan sus pequeñitos dientes de leche que
algunos ya han dejado hueco a otros más fuertes, que bien viven, no saben la
suerte que tienen de ser niños.
Ya no
hay brisa, ahora sólo queda ese calor que hace que se envuelva en un ambiente
de su propia estación, algunos podrían pensar que feliz, un ambiente lleno de
felicidad, ella no, para ella es triste, sólo blanco y negro, por todas partes,
ni una mota de color. ¿Cómo podría ser un ambiente de felicidad? Las calles
vagan desnudas sin nadie que las pise, nadie asoma la cabeza para dejarse ver y
a alguien quizás podrá importarle, pero seguirá pensando que es la mejor
estación, y no se dejara ver.
Las
cosas podrían ser distintas si la gente lo pensase, muchas cosas podrían ir
mejor, pero prefieren callar, y no mostrar sus amordazadas bocas para pedir
ayuda, se oyen gritos, lamentos, suplicas, remordimientos, sollozos… Y seguirán siendo así.
Levanta
la vista, vuelve la mirada al frente, una mano ahora reposa sobre su pierna, la
acaricia, piensa, cuando fue la primera vez que la vio, esa mano que yacía
entrelazada a la suya, dos manos, una unión, dos almas convertidas en una. Gira
la cabeza, ahí está, la persona que un día la sacó de su hundimiento, para
llevarla hacía una salvación eterna, su tesoro mejor guardado, el amor, su
amor, y aunque las cosas en dicha estación sean bicolor, él podrá hacerla
perfecta como todas las anteriores. Sonríe, nuevamente, ha encontrado algo,
algo que alimenta su alma, dulces palabras con las que se sacia, ha encontrado
su brisa propia, la brisa de su corazón.
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